Si hay algo menos conveniente para nuestras amigas que una mudanza, es una reforma. Sin opción me he tenido que embarcar en ella, después de llevar dos meses viviendo en nuestro nuevo hogar. Sin duda es para mejor pero el proceso es agotador.
Es doloroso abandonarlas después habernos amoldado al hogar estos meses. No sé si os ha pasado, pero a mi al menos me afecta mucho, no las estoy atendiendo, echan mucho de menos mi mirada, lo sé cierto. Ansío el momento de estar de nuevo en nuestra casa y poder dedicarme a ellas, a sentarme y observarlas, Recordar que es parte de su alimento. Y muy muy importante, del nuestro
Ahora ha venido esta precipitada primavera o casi verano, con cambios bruscos de temperatura que nos afectan tanto a todos. Estoy preocupada, confieso que alguna vez que podía haber pasado una tarde por la casa no lo he hecho por sentir culpa. Pero por ahí no vamos, la culpa no sirve, ni ganan ellas ni gano yo. Qué hacer entonces si decido no gastar mi energía en sentir culpa?
Qué gran pregunta, ¿no? Pues casualmente, que no lo es, porque no existe la casualidad, esta semana he escuchado un podcast sobre la culpa.
Resumidamente os digo lo que me ha ayudado:
Responsabilidad: Me sirve saber que mi responsabilidad es acotada, que hay otro ser superior que controla todo, no yo. No soy el director general del universo, renuncio, como dice nuestro querido Sergio Fernández Si ahora no puedo estar en la casa, me ocupo y las miro en la medida que pueda, en los ratos que voy.
Mirar hacia el futuro: Ahora esta es la situación, pero pronto pasará y volveremos a la normalidad, las mimaré un poco más, las miraré mucho más y las cosas irán volviendo a su cauce. Me visualizo cuidándolas, atendiéndolas como se merecen.
Bueno, espero os sirva de algo y podáis aplicarlo. Si tienes alguna idea para completar estaré encanta de leerlas.
Buen sábado, buen finde, buen camino
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